ACTÚA HOY
• A las 20, en el Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265).
Una dulce calidez parece andar suelta en Maimará, cuando ella despliega las alas del canto. Los sonidos del viento de un duende quebradeño le ha dejado sus sueños arropados de música. Ella ha sentido la necesidad de homenajearlo y escribir un libro para difundir su legado.
“Llegué a la Quebrada de Humahuaca desde La Plata, ciudad donde nací, en febrero de 1997, ahí lo escuché a Ricardo. Luego fui su alumna en talleres libres; después compartimos música en las peñas de Tilcara, en Jujuy, Salta. También compartimos clases en la Tecnicatura de Escuela de Música de San Salvador de Jujuy, y grabamos un disco casero, que se llama ‘Voy’”, cuenta Nora Benaglia, que hoy, a las 20, en el Centro Cultural Virla, presentará su libro Ricardo Vilca: el Maestro de la Quebrada. Tendrá por invitados a la flautista Carla Guzmán y al percusionista Café Valdez. Lo recaudado se destinará a los hijos de Vilca.
Directora de la Orquesta Infanto Juvenil de Maimará, la cantautora describe a Vilca como una persona muy silenciosa, cuya música llegaba a gente muy diversa y de muchas partes, que conmovía estuviese o no en un escenario. “Creo que cuando tocaba en Jujuy era un adelantado. En Humahuaca, donde nacían sus músicas no había eco… Ricardo no era un chauvinista. Hay todo un folclore de canciones que hablan del cardón, de la Pacha, etcétera, pero él tampoco tenía ese perfil. Como parte del mercado cultural estaba aplazado en esa materia, por eso me parece que no trascendió”, sostiene.
El libro, editado por el Instituto Superior de Arte de Jujuy, reúne las transcripciones de los temas incluidos en los CD Sueños de mi tierra, La magia de mi raza, Nuevo Día y Majada de sueños. También incluye fotos, poesías y entrevistas, que acompañan las partituras con la intención de acercar a los lectores al mundo y la obra de uno de los principales compositores que le dio Jujuy a la música popular argentina.
Benaglia cuenta que Vilca comenzó a componer en Cangrejillos, donde fue maestro rural. “En los momentos de soledad y silencio, pudo abrir las puertas para que saliera lo que él tenía para dar, lo más genuino, quizás sin darse cuenta. Allí se pudo escuchar. Algunos se van de viaje para componer un disco, Ricardo no buscaba eso, necesitaba ese trabajo, se fue allí y se encontró con esa realidad… fue fiel a lo que sintió que tenía que hacer, fue muy libre en eso. Ricardo Vilca era un hombre con guitarra, un hombre que sonaba”, dice Nora Benaglia, mientras un murmullo de quenas y zampoñas aroma su sombra maimareña.